Es una de las siete maravillas del mundo moderno y figura entre los destinos más deseados del planeta para visitar.
Todos conocemos Petra gracias al boom publicitario que representó en 1989 el estreno de Indiana Jones, la última cruzada. Sin embargo, este enclave arqueológico en Jordania va mucho más allá de la ficción. Considerada como una de las siete maravillas del mundo moderno junto al Coliseo, el Taj Mahal o la Gran Muralla China, Petra es una de esas ciudades que hay que visitar al menos una vez en la vida.
No es casual que figure entre los destinos más deseados del planeta para visitar. Y como si eso fuera poco es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
En definitiva, estamos hablamos de Petra, la enigmática ciudad funeraria de 10 kilómetros cuadrados y más de 800 tumbas esculpidas en la roca (de ahí su nombre, que en griego no significa otra cosa que piedra) levantada por los edemitas en el siglo VIII a. C.
El lugar elegido para su emplazamiento fue un enclave angosto al este del valle de Arabá de Jordania, el estado árabe limítrofe con Arabia Saudí, Irak, Siria, Israel y Palestina de 90.000 kilómetros cuadrados (algo menos que Portugal). Se trata de un espacio suficiente para albergar algunas de las joyas naturales y arquitectónicas más impresionantes del planeta.
Pese a ser construida por los citados edemitas, quien la puso en el mapa del comercio mundial y la dio el encumbramiento y la gloria que se merecía fueron los nabateos, una tribu nómada de la que poco se sabe todavía que la convirtió en su capital en el siglo VI a.C.
El Monasterio
Uno de los edificios más famosos del yacimiento arqueológico es El Monasterio (o Al Deir). De corte faraónico (mide 47 metros de ancho por 48,3 de alto), fue denominado así por el uso que hicieron de él los cristianos en el siglo IV.
El interior (recubierto del betún de la época por su calidad de aislante y para conservar mejor la momificación de los cadáveres que iban a reposar allí dentro) está formado por dos salas y un altar. Se cree que se construyó en el siglo II a. C., durante el mandato del rey Rabel II, y que, más tarde se transformó en una capilla cristiana.
El Tesoro
Otro auténtico icono de Petra es El Tesoro y gran parte de la culpa de la fama de este enclave la tiene Indiana Jones, al ser el escondite cinematográfico del Santo Grial elegido en la película del arqueólogo más célebre de todos los tiempos de La última cruzada. A caballo llegaba el personaje de Harrison Ford creado por Steven Speilberg tras atravesar el desfiladero del Siq. También se han rodado aquí diferentes episodios de La guerra de las galaxias, Transformers: la venganza de los caídos o El regreso de la momia.
El Tesoro del Faraón
El nombre del edificio (Al Khaznah o el tesoro del faraón) también tiene explicación, ya que los beduinos creían que los piratas que recalaron por estos lugares más de una vez habían ocultado oro dentro.
Sea como sea, lo que sí se sabe es el que el monumento se edificó en honor al rey nabateo Aretas IV para que fuera su mausoleo oficial. De hecho, la fachada presenta diferentes elementos de estilo helenístico y es la más elaborada de todas las que aparecen dispersas por la necrópolis, con esculturas de Castor y Pólux, hijos de Zeus, o de Al Uzza, la diosa de la fertilidad.
La ciudad perdida
Si hablamos de Petra, hay un dato no menor. Este enclave permaneció en el olvido durante 13 siglos hasta que, en 1812, el aventurero y espía suizo Johann Ludwig Burckhardt se convirtió en el primer europeo en pisar la hasta entonces, ciudad perdida.
Con el tiempo comenzarían los trabajos arqueológicos aunque, de momento, solo se ha destapado un 20% de lo que fue la urbe, en la que también había templos, fortalezas, altares de sacrificios, foros, anfiteatros e incluso casas-cueva.