A la hora de hacer turismo, hay una serie de destinos que merecen ser visitados al menos una vez en la vida. Las tierras africanas son un claro ejemplo ya que esconde decenas de maravillas únicas en el planeta.
De las cumbres del Kilimanjaro a la riqueza salvaje del cráter del Ngorongoro, y desde las sorprendentes iglesias excavadas de Lalibela a las eternas pirámides de Giza. Repasá los siete destinos ideales para recorrer África. Se trata de un informe del diario El País.
Monte Kilimanjaro (Tanzania), una de las bellezas africanas más elegidas
Resulta difícil imaginar glaciares en la línea del Ecuador, pero los hay. En lo alto del Kilimanjaro, la mítica montaña está ubicada tres grados al sur del imaginario paralelo 0º, en el norte de Tanzania y cerca de la frontera con Kenia.
Este antiguo volcán es la cima más alta del continente africano, al alzarse 5.896 metros en medio de la planicie de la sabana. Es una ascensión exigente, pero no imposible y siempre gratificante.
Lamentablemente, los glaciares del Kilimanjaro están a punto de desaparecer por el cambio climático —entre 1912 y 1989 la capa de hielo disminuyó un 75%, y podría desaparecer en torno a 2030
Cinco días es un tiempo más que razonable para ir subiendo. Para llegar a la cima del inmenso Kilimanjaro hay que caminar kilómetros y kilómetros, primero atravesando campos de cultivo y luego frondosos bosques tropicales, hasta llegar a las espectaculares praderas alpinas de la montaña. El cambio de hábitats y paisajes es una de las experiencias más atractivas de la subida. Es más conveniente hacerlo de enero a marzo o de junio a octubre, la época con menos precipitaciones
Cráter de Ngorongoro (Tanzania)
Se trata de una de las grandes joyas de Tanzania. Es una enorme y perfecta caldera volcánica en la que conviven unos 25.000 animales de muy diversas especies que conforman el catálogo más representativo de la vida animal en África.
Para llegar al lugar, ubicado al norte del continente, hay que recorrer muchos kilómetros de accidentadas carreteras. En el fondo de esta increíble caldera de 264 kilómetros cuadrados se extiende como una alfombra la sabana, con sus bosques de acacias y sus brillantes lagos y pantanos.
En la parte baja del cráter podremos buscar leones al acecho entre la hierba o hienas, ñús, cebras, gacelas y búfalos, todo un espectáculo de la naturaleza, en el que se pueden también ver rinocerontes negros de aspecto prehistórico, elefantes o manadas de hipopótamos al trote. A su vez, en el cráter es posible observar, con un poco de suerte, al exótico rinoceronte negro, posiblemente el mayor atractivo del parque.
Lalibela (Etiopía)
Existen pocas construcciones africanas tan alucinantes como las iglesias talladas en roca de Lalibela. En lugar de elevarse hacia el cielo, estos templos se adentran hacia el interior de la Tierra dibujando sobre su tejado enormes cruces talladas. Lalibela representa el apogeo de la construcción monumental de la antigua Etiopía y es un lugar de peregrinación durante todo el año. Se celebra en enero el Timkat, la epifanía de los ortodoxos etíopes, una fiesta extraordinaria y llena de colorido.
Descender al mundo subterráneo de Lalibela es sumergirse en la historia del país africano. Y no solo es una oportunidad de contemplar el pasado, sino de tocarlo físicamente, olerlo y escucharlo. También es el cristianismo en su estado más puro. Al recorrer los pasadizos y las grutas, acariciando con los dedos las paredes de roca tallada, podremos ver a los sacerdotes tradicionales blandiendo crucifijos que parecen flotar entre las nubes de incienso y el aroma de las velas de cera de abeja.
Lalibela ofrece al viajero la oportunidad de participar en ceremonias religiosas muy antiguas y de admirar la extraordinaria habilidad necesaria para crear estos lugares de culto.
Pirámides de Giza (Egipto)
Las pirámides africanas de Jufu (Keops), Jafra (Kefrén) y Menkaura (Micerino), erigidas en mitad del desierto, a escasos kilómetros de El Cairo, llevan más de 4.500 años inspirando a varias civilizaciones con sus formas perfectas.
Estos tres portensosos monumentos, levantados en el siglo XXVI antes de Cristo, son la única de las Siete Maravillas de la Antigüedad que aún se conserva. Su imagen es parte del imaginario colectivo universal. Es una experiencia única e inolvidable.
Abu Simbel (Egipto)
Los templos de Abu Simbel, en el alto Nilo, nos narran lo mejor de la historia antigua, pero también son un milagro de la logística moderna, que logró trasladarlos, piedra a piedra, desde su ubicación original, junto al lago Nasser, para salvarlo del peligro de desaparecer bajo el agua con la construcción de la presa de Asuán, en 1968.
Las cuatro estatuas africanas colosales de Ramsés II presiden la entrada del gran templo. Al superar la puerta de la sala hipóstila, se entra en un recinto con un techo lleno de buitres y encabezado por ocho enormes tallas de Ramsés II y con las paredes cubiertas de relieves que cuentan las victorias del faraón frente a los hititas, como la batalla de Kadesh del 1274 antes de Cristo (en lo que hoy es Siria).
Después hay que adentrarse en el santuario del templo, el cual fue tallado directamente de una montaña durante el siglo XIII antes de Cristo.
Gran Zimbabue (Zimbabue)
Gran Zimbabue tiene uno de los grandes misterios del sur de África: unas ruinas del siglo XI que dan nombre al país. Toda una proeza arquitectónica que son la prueba de que, en la Antigüedad, África alcanzó un nivel de civilización insospechado por los primeros exploradores. Sus atardeceres son asombrosos, al hundirse el sol detrás de los muros de la mayor ciudad medieval de la África subsahariana.
Cuando se toma el camino antiguo hasta el Complejo de la Colina, hay que atravesar pasadizos tan estrechos como grietas. Recorrer el Corredor Paralelo, en la Gran Cerca, con sus altísimas paredes de piedra que se curvan en un punto ciego, invita a seguir explorando.
Cataratas Victoria (Zimbabue / Zambia)
Las cataratas Victoria son una de las grandes maravillas naturales africanas y del mundo, concretamente la séptima; un imprescindible de África y un destino por sí mismo, compartido entre Zimbabue y Zambia. La Unesco las incluyó en su lista de monumentos naturales en 1989.
Este enorme salto, cuyo vapor de agua es visible a 20 kilómetros de distancia, es uno de los mayores espectáculos del planeta y se puede disfrutar de muchas formas. Se la puede contemplar de forma frontal la embravecida cortina de agua de más de 1,7 kilómetros de ancho desde un helicóptero o atreverse a mirarla durante un baño en Devil’s Pool, una piscina natural formada al borde del abismo solo accesible en la época de bajo caudal del río Zambeze.
Vierte cerca de un millón de litros de agua por segundo desde 108 metros de altura. Además, su espectacularidad está garantizada en cualquier época del año, aunque la experiencia cambia según la estación.
La neblina permanente, además de crear un arcoíris constante, ofrece todo un bosque tropical para explorar.