Este año llegó a su final la serie Game of Thrones, una de las producciones más aclamadas durante los últimos años.
Durante sus ocho temporadas, millones de personas quedaron maravilladas con su historia, sus grandes batallas, los efectos audiovisuales y los escenarios.
Por eso, la ciudad croata de Dubrovnik, una de las grandes protagonistas, aumentó considerablemente su turismo. Al igual que Girona.
La ciudad española también fue una de las sedes más importantes de la sexta temporada. En el primer capítulo, por ejemplo, Arya Stark pide ayuda en una calle de Braavos (Calle de Bisbe Josep Cartaña). Muy cerca de allí, algo majestuoso: la catedral de Girona.
Esta catedral ocupa el lugar del Gran Septo de Baelor: sus escaleras y la fachada de la misma tienen “vida” por sí mismas. Allí, la reina Margaery hace el “camino de la vergüenza”.
Ya en el capítulo número 5, otra vez Arya vuelve a ser la protagonista y se encuentra por la Placa dels Jurats, en donde ve una obra de teatro.
Dos escenarios claves aparecen en el octavo capítulo de la sexta temporada de GOT, y alejados del casco antiguo de la ciudad. Unos son los Baños Árabes y la Pujada de Sant Doménech.
También en el final, Sam se convierte en mestre en Antigua, y la entrada a la Biblioteca es el interior del monasterio de Sant Pere de Galligants. Por supuesto, todo esto fue posible gracias al gran trabajo del croma y la edición.
Dato extra: en la heladería Rocambolesc de Jordi Roca podrás comer un helado muy particular, con la forma de la mano de Sir Jaime Lannister, conocido como Matareyes.