Rio de Janeiro: los miradores más impresionantes

Río de Janeiro es una ciudad que parece diseñada para ser contemplada desde las alturas. Entre montañas, playas y selva tropical, sus paisajes combinan naturaleza y urbanismo de una forma única. Para quienes viajan a la “Cidade Maravilhosa”, recorrer sus miradores es casi tan imprescindible como pisar la arena de Copacabana o bailar al ritmo de una samba.

Uno de los puntos más emblemáticos es el Cristo Redentor, en el cerro del Corcovado. Desde allí se obtiene una panorámica de 360 grados: la bahía de Guanabara, el Pan de Azúcar, el Maracaná y hasta la lejana Barra da Tijuca. La experiencia se completa con la imponencia de la estatua, que es Patrimonio de la Humanidad y símbolo indiscutido de Brasil.

El Pan de Azúcar ofrece otra de las vistas icónicas. Se accede mediante un teleférico que asciende en dos tramos, primero al Morro da Urca y luego a la cima. El trayecto ya es una atracción en sí mismo, con la ciudad desplegándose bajo los pies. Al llegar arriba, la postal de la Bahía y las playas del sur de Río es simplemente inolvidable, sobre todo al atardecer.

Rio de Janeiro: los miradores más impresionantes

Rio de Janeiro: los miradores más impresionantes

Para quienes prefieren una alternativa menos concurrida, el Mirante Dona Marta es ideal. Ubicado a 360 metros sobre el nivel del mar, ofrece una vista privilegiada del Cristo, el Pan de Azúcar y el lago Rodrigo de Freitas, todo en un mismo cuadro. Su acceso es sencillo en taxi o tour, y suele estar menos abarrotado de turistas.

Otro rincón especial es el Parque Nacional de Tijuca, una de las selvas urbanas más grandes del mundo. Allí, el Pico da Tijuca se alza a 1.021 metros y recompensa a quienes se animan a la caminata con un panorama espectacular de toda la ciudad, rodeado de vegetación exuberante.

Finalmente, el Pedra do Arpoador, entre Ipanema y Copacabana, regala una de las puestas de sol más celebradas por los cariocas. Es un mirador a ras de playa, donde locales y visitantes se reúnen para aplaudir la caída del sol en el Atlántico.

Explorar estos miradores es descubrir que Río de Janeiro no solo se vive desde sus calles y playas, sino también desde las alturas, donde cada ángulo revela un encanto distinto.

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