El anhelo de muchos fanáticos de su obra, la curiosidad de los turistas que quieren conocer la obra del italiano en profundidad. Sin dudas, la Ruta de Salomone es un camino de ida que vale la pena experimentar en algún momento de la vida.
“Me gustaría hacer la Ruta de Salomone”, podría ser tranquilamente el comentario de un joven estudiante de arquitectura. Pero no hace falta ser un fanático para emprender este apasionante viaje.
Francisco Salamone fue un arquitecto e ingeniero italiano que entre los años 1936 y 1940, desplegó monumentales obras en gran parte de la provincia de Buenos Aires, atrayendo en la actualidad a turistas de todo el mundo.
Para descubrir su obra hay que tener en cuenta los siguientes pueblos, los primeros de ellos infaltables: Azul, Carhué, Laprida, Saldungaray. Si contamos con más tiempo, agregamos al itinerario Tornquist, Pellegrini, Rauch y Guaminí, entre otros.

El cementerio en Saldungaray
En la Ruta de Salomone descubriremos cementerios, mataderos y palacios municipales, aunque también innovó en el área del diseño de espacios públicos. Además, en el año 2002 y a través de la ley 12.854, su legado fue declarado patrimonio cultural de la provincia de Buenos Aires.
Salomone se recibió de arquitecto e ingeniero en 1917 en la Universidad de Córdoba, provincia en donde comenzó con su trabajo, para luego trasladarse a territorio bonaerense. En total, fueron más de 70 obras de hormigón armado en 25 distritos.

Azul y su increíble cementerio
En el pueblo de Azul es en donde el arquitecto incursiona en la provincia construyendo la Casa Daneri, el portal del Parque Municipal Domingo F. Sarmiento y el Matadero Municipal, que es uno de los más altos de su autoría.
Sin embargo, el emblema de la localidad de Azul es su cementerio: una estructura gigantesca, estilo art-déco, con un ángel de rasgos y alas facetados ubicado en la parte superior. Yéndonos para Saldungaray también nos encontramos con un cementerio muy significativo, en donde Salomone aplicó la innovadora técnica de la “piedra líquida”. Además, por supuesto, de su Palacio Municipal.

El Matadero de Carhué, una locura
Pero una de nuestras obras favoritas del artista está en Carhué: además de su hermoso palacio en esta localidad, lo que se destaca es el imponente Matadero Municipal, que resistió a la inundación que dejó bajo las aguas a Villa Epecuén, aunque dañó parte de su estructura.
La Plaza Pereyra, en la localidad de Laprida, es otra de las obras claves en la Ruta de Salomone, influenciada también por el gobernador Manuel A. Fresco, quien le encomendó precisamente gran parte de estas obras.
En Laprida también se encuentran el Municipio con la torre del reloj, el Matadero y el cementerio, además del Corralón Municipal. Mientras que en la localidad de Coronel Pringles se destacan el Palacio de Gobierno, las ramblas y la plaza Juan Pascual Pringles.
Necesitamos tiempo, se puede hacer de a partes… pero la Ruta de Salomone es algo realmente apasionante para conocer aún más la provincia de Buenos Aires.