A tan sólo 80 km de Praga, en la región de la Bohemia Central, se encuentra esta pequeña ciudad que tiene como principal atractivo un osario. ¿Se animan a entrar con nosotros?
Durante los últimos años, República Checa se ha transformado en uno de los destinos más visitados por turistas de todo el mundo.
Unos días en su capital, Praga, alcanzan para recorrer el puente de Carlos, el reloj astronómico, sus pintorescas calles góticas o probar su exquisita cerveza.
Pero si disponemos de tiempo suficiente como para hacer algo fuera del circuito tradicional, hay una visita realmente imperdible, que va directo al hueso.
A tan sólo 80 kilómetros de Praga, en la región de la Bohemia Central, se encuentra la pequeña ciudad de Kutná Hora: tiene alrededor de 20 mil habitantes y se caracterizó por la presencia de minas de plata entre los siglos XIII y XVI, lo que lo convirtió en una de las zonas más ricas de la región.
Pero lo que realmente resalta (¿y atemoriza?) de esta ciudad, cuyo centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1995, es el osario.
El Osario de Sedlec es una de las visitas más escalofriantes para hacer en República Checa. Esta capilla está decorada a base de 40.000 esqueletos humanos. colocados artísticamente por el tallista František Rint.
La historia se remonta al siglo XIII, cuando un cura viajó a Jerusalén y trajo tierra santa al cementerio para enterrar a los habitantes. Como todos quisieron ser enterrados allí, debieron darle un orden a los huesos…
Una vez dentro de la capilla, bajo la iglesia del cementerio de Todos los Santos, encontramos un candelabro que está conformado con todos los huesos del esqueleto humano, y decenas de calaveras ordenadas de manera tan prolija que no resulta tétrico.
Kutná Hora entró en la ruina después de las inundaciones, las guerras husitas y la peste negra, pero otra gran visita en la ciudad es la famosa Iglesia de Santa Bárbara, de estilo gótico.