Al noroeste de Córdoba capital, se encuentra San José de las Salinas, un pequeño pueblo de 1200 habitantes que viven rodeados de un mar blanco.
Podría definirse como un desierto de sal. Ubicado al norte de la provincia de Córdoba se encuentra un pueblito blanco de alrededor de 1200 habitantes que viven rodeados de un mar blanco, más precisamente de un campo de sal de 200 mil hectáreas. Se trata de San José de las Salinas, un lugar ideal para conocer al amanecer o cuando cae la tarde; también para hacer trekking, astroturismo, y disfrutar de un picnic bajo las estrellas.
Ese manto blanco fue el que alguna vez hizo que llegara a este lugar el Ferrocarril Belgrano -que lo conectaba con el resto del país- y hoy es el que atrae a los turistas más curiosos que quieren conocer cómo es la puerta de entrada al gran salar que Córdoba comparte con La Rioja, Catamarca y Santiago del Estero.
Un poco de historia
San José de las Salinas se fundó en 1848 gracias a la donación de 77 hectáreas donadas por Pérez del Viso. Sus primeros pobladores no solo se dedicaron a la explotación de esta materia prima; además recolectaban leña y producían carbón.
Además, de acuerdo a las actas que existen, la escuela primaria dictó por primera vez clases en 1900 y en 1904 se terminó la construcción de la Capilla del pueblo.
La otra anécdota que marca la historia del pueblo, y que muy pocos conocen, es que el antiguo camino de San José de las Salinas fue recorrido por el propio Juan Manuel Fangio durante la competencia Buenos Aires-Caracas, una carrera que unió el Río de la Plata con el Mar Caribe, en 1948.
Actualmente, el pueblo ya no ostenta sus surtidores de nafta, ni el funcionamiento de sus decauville. No obstante, una estación restaurada recibe algún tren de cargas que pasa por la zona.
Conocé Yuco, la playa argentina que todos comparan con el Caribe
Lo que respecta a la explotación del salar, la misma está en manos de Lisal, la única empresa que extrae la materia prima de forma industrial. Por día sacan unas 1.800 toneladas que, en un gran porcentaje, se usa para la gastronomía. Además de Lisal, también hay otros productores más pequeños que extraen sal de forma artesanal.
Lisal además de la extracción de la materia prima también hace el iodado en una planta aparte y el envasado en dos empaquetadoras que tiene la empresa en el pueblo. Hoy es una de las principales actividades de San José.
Un paseo por el desierto blanco
Si bien el pueblo no tiene una gran infraestructura turística, en los últimos años son muchos los visitantes que optan por San José de las Salinas para conocer parte de uno de los salares más grandes del mundo.
La mayoría de los visitantes llega a través de Las Salinas Gran Hotel, el único del pueblo que cuenta con un resto-bar para comer. También ofrecen visitas guiadas al salar, recorrido por la planta de Lisal y experiencias de astroturismo.
No obstante, los que no deseen contratar ninguna excursión ni alojarse en el pueblo, pueden optar por una práctica a la vieja usanza: preguntar a los vecinos cómo llegar hasta el salar y recorrerlo de forma particular.
Si bien hay una zona que es privada -la que pertenece a la empresa productora de sal-, hay otra que es pública y a la que se puede acceder de forma gratuita siempre teniendo recaudos con los vehículos porque el suelo puede ser pantanoso. Una vez allí se puede disfrutar de ver el atardecer e incluso quedarse un rato debajo del manto de estrellas.
La visita al pueblo se puede complementar con un paso por la estación de tren, la Capilla de San José -que tiene su celebración cada 19 de marzo- y la plaza San Martín.