Las 7 maravillas de América Latina que debés ver una vez en la vida

Más allá de Argentina, hay otras bellezas naturales únicas en América Latina que merecen ser visitadas una vez en la vida por los turistas de todo el mundo.

Un río con los colores del arcoíris, islas volcánicas que albergan la mayor diversidad del planeta, el salar más elevado, frío e inhóspito o el enigma eterno de las estatuas monolíticas moáis, son algunos de los ejemplos que se pueden enumerar para describir algunos de los destinos predilectos, muchos de los cuales son conocidos hace mucho tiempo y otros realmente te llevarás una sorpresa.

– El Salar de Uyuni (Bolivia)

Foto: Dany Krom

Foto: Dany Krom

La salina más elevada del mundo (a 3.653 metros de altitud), y también la más grande (12.106 kilómetros cuadrados), se encuentra en el antiplano andino, en el extremo suroeste de Bolivia.

A primera vista, el Salar de Uyuni es un lugar desolado, con un frío tan intenso que hiela los huesos, pero la experiencia es inolvidable. A este paisaje que parece de otro mundo, solo se puede ir en todoterreno. Una excursión de tres o cuatro días permite descubrirlo en su totalidad y darse cuenta de su desnudez y su cristalina perfección, que dejan atónitos a quienes llegan hasta aquí, con una sensación de asombro constante.

Hay que comenzar el recorrido a primera hora de la mañana, entre los jardines de roca, los campos de géiseres y los manantiales termales. El cementerio de trenes, las salinas de Cochani y el hotel de sal, y la espectacular isla de Incahuasi (más conocida como isla del Pescado), en el corazón de este desierto blanco, son algunas de sus visitas imperdibles. Caminar a esa altitud, con poco oxígeno, es una sensación extraña: la respiración se acelera y el corazón late con fuerza.

Cuando la superficie está seca, el salar es una extensión de un blanco puro, el vacío más grande imaginable: solo el cielo azul, el suelo blanco y el visitante. En momentos que hay un poco de agua, la superficie refleja perfectamente las nubes y el cielo azul del altiplano, y el horizonte desaparece. Conducir por el salar en ese momento da la impresión de estar volando entre las nubes.

-La selva amazónica

Forma parte de nueve países y cubre  aproximadamente el 40% del continente. Se trata de la selva amazónica, el mayor espacio verde del mundo. Con más de 7 millones de kilómetros cuadrados, en la cuenca del Amazonas vive también la mayor colección de fauna y flora terrestres, una increíble biodiversidad que dificulta su conocimiento y exploración.

La Amazonia sigue siendo un lugar propicio para vivir una gran aventura, aunque cada vez con más facilidades, lo que le resta algo de romanticismo. Se puede caminar por la espesura del bosque, visitar aldeas indígenas, sobrevolar grandes extensiones verdes y sinuosos cursos de agua, navegar lentamente entre pueblos ribereños o relajarse en un albergue en medio de la selva tras un día de observación de fauna.

Los nueve países que comparten la Amazonia tienen diferentes puntos de acceso para explorar este gran pulmón verde: Leticia (Colombia), Iquitos y Puerto Maldonado (Perú), y Manaos (Brasil), son los principales, pero no hay que olvidar que también comparten este inmenso territorio con Venezuela, Bolivia, Ecuador, Guyana, Surinam y Guayana Francesa.

Los ríos se transforman en carreteras; los monos, en compañeros de viaje; y la cacofonía del canto de las aves es el despertador por las mañanas. Los bichos forman parte del paisaje, el tiempo es cambiante y el aire se vuelve denso y envuelve al visitante por completo. Pero en esto consiste en buena parte la aventura de adentrarse en el Amazonas.

-Caño Cristales (Colombia)

El Río Caño Cristales o Río de los Colores en Colombia, afluente del río Guayabero, tiene aproximadamente 100 kilómetros de largo. Cuenta con una profundidad en su parte más ancha de apenas 20 metros. Se caracteriza por presentar numerosos saltos de agua, con lo que genera zonas de rápidos y pozos circulares, incluyendo en su lecho piscinas naturales.

El río recorre las antiguas rocas de la Sierra de la Macarena, que se estima puedan ser las más antiguas del mundo, con aproximadamente 1.200 millones de años.

El llamado río de los cinco colores (por sus tonos amarillos, azules, verdes, rojos y negros) o arcoiris líquido, en el parque nacional natural Sierra de la Macarena, en Los Llanos, es una de las maravillas naturales más fascinantes de Colombia y de toda Sudamérica.

Una erupción de algas endémicas produce un asombroso manto subacuático rojo. Las aguas cristalinas del río se transforman en una corriente de color burdeos, que contrasta con el mágico paisaje lunar de las antiguas rocas erosionadas por el agua de su lecho fluvial y la sabana de los alrededores.

Cuando visites este lugar tendrás que caminar entre rocas para poder acceder al río. Durante el recorrido vas a ver cascadas, piscinas naturales y “alfombras” de plantas acuáticas. Algunos de los lugares que visitarás son: Caño Escondido, Cascada de la Virgen, Pianos, Piedra de Diosa de la Macarena y Tapetes donde el río toma un color rojo intenso.

También se puede hacer un safari fotográfico en barco por el río Guayabero o respirar el aire de la sabana caminando hasta miradores en lo alto de las montañas

No se puede visitar de manera independiente, sino que es obligatorio entrar en el parque nacional con un guía local oficial. Si es posible, lo aconsejable es visitarlo entre semana.

-Islas Galápagos (Ecuador)

Foto: Cristina Monge

Foto: Cristina Monge

Hay pocos lugares en el mundo que puedan vanagloriarse de poseer una flora y una fauna única en el mundo y ser un ejemplo en el manejo de un ecosistema frágil como el de las Islas Galápagos. Cuenta con una enorme la facilidad para encontrarse con su fauna que no huye ante nuestra presencia.

Por su aislamiento geográfico, a 972 kilómetros del continente e histórico, recién fueron anexadas a Ecuador en 1832. Se desarrollaron aquí especies endémicas como las tortugas gigantes, que le dieron nombre a las islas, y las iguanas marinas. El proceso de adaptación y cambio que sufrieron las especies a lo largo de millones de años desde su llegada del continente es lo que inspiró al naturalista inglés Charles Darwin en su teoría de la evolución por selección natural.

El archipiélago de Galápagos está conformado por 7 islas mayores, 14 islas menores, 64 islotes, y 136 rocas. Algunas de ellas aún presentan actividad volcánica, como Fernandina, donde la erupción más reciente del Volcán La Cumbre fue en enero de este año.

Estas 21 islas volcánicas a ambos lados de la línea del Ecuador y a 1.000 kilómetros de la costa de América del sur, conservan uno de los mayores niveles de endemismo del planeta: cerca del 97% de sus reptiles y mamíferos terrestres no se pueden encontrar en ningún otro lugar del mundo

Las Galápagos están muy lejos de ser las típicas islas paradisiacas. No tienen paisajes tropicales y exuberantes, y no está lleno de playas idílicas. Son islas de origen volcánico (es el segundo archipiélago con mayor actividad volcánica después de Hawái). La isla más importante del archipiélago es Santa Cruz, con la población más grande de la isla, Puerto Ayora, donde está gran parte de la infraestructura turística.

-La misteriosa ciudad perdida de Machu Picchu (Perú)

Machu Picchu es el sitio arqueológico inca más espectacular de América del Sur. Esta misteriosa “Ciudad Perdida de los Incas” peruana fascina a los amantes de la historia durante casi un siglo. Además de su espectacular entorno en los Andes, Machu Picchu es increíble para los arqueólogos e historiadores porque no está documentado en ninguna de las crónicas antiguas de los conquistadores españoles.

Los marinos españoles conquistaron la capital inca, Cuzco, y trasladaron la sede del poder a la costa de Lima. En sus registros, los conquistadores mencionan muchas otras ciudades incas, pero no Machu Picchu.

Llegar a Machu Picchu puede ser la mitad de la diversión. La mayoría de las personas van a través de la ruta más popular: volar a Cuzco, entrenar a Aguas Calientes y tomar el autobús las últimas cinco millas hasta las ruinas. El tren sale de la Estación San Pedro en Cuzco varias veces al día (dependiendo de la temporada y la demanda) para el viaje de tres horas a Aguas Calientes.

El tren local puede tomar hasta cinco horas para hacer la caminata. Las almas abundantes con más tiempo pueden caminar por el Camino Inca, que es el camino más popular en América del Sur.

Los mochileros deben planificar tres o cuatro días para recorrer la ruta de 33 km debido a la elevación y los senderos empinados. Otros visitan Machu Picchu en un recorrido por tierra que incluye tiempo en Cuzco, Lima y el Valle Sagrado.

La ciudadela de piedra suele aparecerse a los visitantes envuelta en la bruma y rodeada de vegetación y empinadas escarpaduras. Su imagen forma parte del imaginario universal, como las pirámides de Egipto o la Mona Lisa, pero es imposible describir la emoción que se tiene al llegar hasta el lugar.

-Tikal (Guatemala)

Los templos mayas de Tikal se ubican, extraordinariamente restaurados, en un rincón de la selva del Petén, al norte de Guatemala. Sorprenden tanto por su tamaño como por su destreza arquitectónica. Con sus altísimos templos en ángulos casi imposibles, y sus imponentes plazas, el conjunto representa la pujanza cultural y artística alcanzada por la civilización maya, que ocupó la ciudad durante 1.600 años.

De las muchas plazas que forman el complejo arqueológico, se retiraron árboles y lianas. En tanto, los templos fueron descubiertos y parcialmente restaurados, pero al recorrer estos edificios bajo un techo selvático, se tiene el placer de descubrir las anchas calzadas originales que unían los diferentes templos, como si fuésemos los primeros exploradores en hacerlo.

Tikal fue uno de los reinos más poderosos de la civilización maya, que alcanzó su apogeo entre los años 200 y 900. Construida a lo largo de casi ocho siglos, es una sucesión de cientos de templos, pirámides y estelas.

No hay forma de verlo todo en un día, aunque sí lo más impactante: la Pirámide del Mundo Perdido, la Plaza de los Siete Templos, el Templo IV, el más alto, el templo VI y el VI, la Gran Plaza o la llamada Acrópolis del Norte.

Pasear entre estas reliquias del pasado, algunas de las cuales se alzan más de 40 metros por encima de la selva de Guatemala, permite imaginar cómo podía ser la ciudad cuando en ella vivían reyes y nobles. Si se camina en silencio, solo escucharemos a sus actuales residentes (agutíes, coatíes y monos araña) bajo los árboles.

-Moáis de la isla de Pascua (Chile)

La Isla de Pascua se conecta inmediatamente con una palabra: moái. Los Moáis son figuras humanas talladas en la roca volcánica, obras únicas de la Isla de Pascua. Según los estudios más recientes, los Rapa Nui esculpieron estas estatuas entre los años 1250 y 1500. La civilización creó alrededor de 900 enormes estatuas que en gran parte, incluso hoy, están dispersos en esta isla pequeña y aislada. Porque y cómo lo hicieron sigue siendo un misterio. La única certeza es que los moai representaban a los antepasados y que deberían ser como una protección a los pueblos y sus habitantes.

Estas inmensas estatuas de piedra son la imagen más conocida de esta isla chilena, casi perdida, a unos 4.000 kilómetros del continente americano y otros 4.000 de Tahití, hacia el interior del Pacífico sur. Hay 288 estatuas y están esparcidas por toda la isla, colocadas sobre plataformas de piedra, como títeres colosales en un escenario sobrenatural.

A 3.700 kilómetros de tierra firme, la isla de Pascua es uno de los lugares más aislados de la Tierra, tanto que mirando el horizonte se llega a ver cómo se curva la tierra.

Es una tierra yerma, volcánica, con un poco de arena, mucho sol y olas, pero sobre todo, es un museo arqueológico al aire libre y sus visitantes acuden a mirar a los ojos de los moáis de 10 metros de altura y a imaginar las historias que podrían contar. La isla también es un destino de ecoturismo, que ofrece la posibilidad de practicar el buceo con tubo y un submarinismo fabulosos.

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