El secreto mejor guardado de Europa: un pueblo de cuento donde casi no hay turistas. Entre montañas verdes, calles empedradas y casitas con techos de teja roja se esconde Rothenburg ob der Tauber, un pequeño pueblo alemán que parece salido de un cuento. Aunque su nombre no figure entre los destinos más promocionados de Europa, quienes lo visitan aseguran que caminar por sus calles es como viajar en el tiempo.
Ubicado en el corazón de Baviera, a unas dos horas de Múnich, Rothenburg forma parte de la famosa “Ruta Romántica”, un recorrido que une los pueblos más pintorescos del sur de Alemania. Sin embargo, este rincón conserva un encanto especial: no está invadido por multitudes, y aún mantiene esa calma que muchas ciudades europeas perdieron.
El centro histórico está rodeado por una muralla medieval perfectamente conservada, desde la cual se pueden apreciar vistas únicas del valle del Tauber. Cada esquina parece una postal: balcones llenos de flores, torres con relojes antiguos, tiendas de artesanías y panaderías que perfuman el aire con strudel recién horneado.

El secreto mejor guardado de Europa: un pueblo de cuento donde casi no hay turistas
Uno de los imperdibles es el Plönlein, el punto más fotografiado del pueblo, donde dos calles se bifurcan entre casas de colores que parecen de juguete. También vale la pena visitar el Museo del Crimen Medieval, que muestra instrumentos y documentos de la época, o recorrer las tiendas navideñas que permanecen abiertas todo el año.
Los alojamientos son otro punto fuerte: pequeñas posadas familiares y hoteles boutique en edificios históricos, con precios que van desde los 40 euros por noche. Al caer el sol, cuando los pocos turistas se van, el pueblo se ilumina suavemente y el silencio invita a recorrerlo sin prisa.
Rothenburg ob der Tauber no es un destino para quienes buscan grandes atracciones, sino para quienes disfrutan descubrir lugares con alma. Su magia está en los detalles, en la historia que se respira en cada piedra y en esa sensación de haber encontrado un secreto que todavía no todos conocen. Un rincón que demuestra que, en Europa, todavía quedan pueblos donde el tiempo se detuvo.